Cambio repentino




Estaba en clase, pero no prestaba atención, en cambio, observaba a Cristine. Me solía preguntar muchas cosas acerca de su vida y cómo ésta había cambiado en un solo verano. Cada vez que le miraba y ella se daba cuenta de que lo hacía, me devolvía una mirada fría, sin apartarla ni un segundo. Esperaba a que yo la apartara, intentando hacerme creer que realmente era peligrosa.

Aún recuerdo el primer día de este curso, cuando después de tres meses de verano volví a verla. Al principio me pareció normal, llevaba un gorro que tapaba su largo cabello, aunque iba vestida demasiado oscura para su habitual, colorida y extravagante ropa. 
Fui a su lado, esperando recibir nuestro gran abrazo diario, pero en vez de eso, me miró seria. Forzó una media sonrisa y pasó de largo para reunirse con otra chica de pelo rojo fuego y labios rojo carmín. La miré atónita, pero mi sorpresa fue aún mayor cuando el profesor hizo que se quitara el gorro en el aula y vi que había sustituido su larga cabellera rubia por un corte de pelo por la barbilla y negro como el carbón.

Al principio Cristine no hablaba casi, solo cuando le preguntaban los profesores y si era estrictamente necesario. Después dejó de hablar y, las personas, de molestarse en preguntarle.

Pero aquel día fue diferente, después de la última clase, me levanté de mi sitio y fuí a su lado, los compañeros me miraban como si hubiera cometido un delito, pero les ignoré.

-¡Eh! - La llamé. Cristine giró la cara, mirándome seria- Creo que es hora de que hablemos -ella asintió.
Fuimos a un lugar apartado de las acusadoras miradas de nuestros compañeros y nos sentamos al final de la clase.

-¿No vas a decir nada? El año pasado eramos inseparables, como hermanas. ¿Todo lo que vas a hacer es mirarme y asentir? -encogió los hombros- Me parece increíble, ¿Quién era esa? La chica del pelo rojo... -me miró sin decir nada- Bueno, ya veo que no vas a cooperar, gracias por la atención -me levanté y me dirigí a la puerta del aula.

-Se llamaba Rebecca -bueno, al menos su voz seguía igual, un poco más ronca, pero igual. 
Me giré. No me podía creer que un grupo de locos hubiera cambiado a mi mejor amiga.

-¿Llamaba? -ella asintió- ¿Está muerta? -dije con tono de burla.

-Digamos que en un lugar más... apropiado para ella...
Abrí mucho los ojos y borré la sonrisa burlona de mis labios. Era enserio. 

-Supongo que no puedo saberlo... ¿Qué tal está Thomas? Hace mucho que no sé de él... -Por primera vez Cristine reaccionó, apartó la mirada y pude ver como una lágrima recorría su mejilla y, al lado de la oreja, tenía una cicatriz que le llegaba a la barbilla. Me di cuenta de que esto iba más allá de un grupo de locos- Oh dios mio, ¿Qué te ha pasado?.



MARINA

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