La luz verde




Capítulo 2


Me levanté de la silla lentamente aprovechando el alboroto que se había formado en la clase, parpadeé varias veces y las nubes se arremolinaron entre los cuerpos. Localicé su figura encogida en la silla y sonreí. Tal y como imaginaba, la chica era demasiado miedosa y asustadiza como para moverse de su sitio. Me dirigí a su mesa rápidamente, esquivando a los jóvenes que seguían gritando en derredor.
Mi sonrisa se esfumó de mis labios cuando una luz verdosa inundó la sala y me cegó dolorosamente. Los gritos cesaron y en su lugar un silencio sepulcral inundó el edificio. Apreté los ojos con fuerza y me agaché en el suelo, me encogí y enterré la cabeza entre mis brazos. Un grito de dolor brotó de mis labios.

Permanecí encogida varios minutos hasta que una mano se posó en mi hombro con brusquedad y arañó mi piel, lo que hizo que gritase. Una risa socarrona sonó a mi lado, procedente de la persona que me sujetaba con fuerza. Me agarró por los brazos y tiró de mí hasta ponerme de pie, mantuve los ojos cerrados fuertemente. 

-Ábrelos.

Sabía a quién pertenecía esa voz, y no me gustó mi averiguación. Era un sonido socarrón, grave y temible por los míos. Mi cuerpo temblaba bruscamente a causa de la luz verdosa que inundaba la estancia, que quemaba mi piel y anulaba todos mis sentidos. El hombre me apretó con más fuerza, gruñí.

-Podemos hacerlo por las buenas o por las malas. ¿Cómo prefieres? -Preguntó con voz burlona.

Intentaba que mi cuerpo permaneciese inmóvil para que él no notase que estaba indefensa y asustada, pero fue inútil. Mi cuerpo se agitaba incesantemente, mi piel ardía al igual que mis ojos. 

-Muy bien -Dijo enfurecido.

Me arrastró unos metros hasta la puerta de la clase, pero algo se interpuso en su camino. La luz que me anulaba se extinguió de repente, y los gritos de los jóvenes inundaron la sala de nuevo. Mi agresor se esfumó con rapidez y me dejó libre, entonces abrí los ojos.

Era ella. ¿Cómo era posible? ¿Por qué no era ella tan sólo una masa de humo blanco creada por la luz verde? ¿Cómo había apagado la luz que ninguno de los míos era capaz de extinguir? Abrí mucho los ojos y mis labios esbozaron una leve sonrisa de incredulidad. Ella parecía no dar crédito a lo que había pasado, ¡ni siquiera yo sabía qué había pasado! Pero agradecía lo que fuese que hubiera hecho, no me creí capaz de soportar la luz por más tiempo.

Me dejé caer en una de las sillas de la clase y me froté los ojos con delicadeza. Estaba exhausta y dolorida, aquella luz era insoportable. La chica se plantó delante de mí y miró mi piel ennegrecida, frunció el ceño. Miré mi piel, estaba salpicada de pequeñas manchas negras de las que brotaba sangre, nunca me había pasado tan intensamente. Tragué saliva y volví a mirarla, me tendía un pañuelo con una sonrisa en la boca. Lo cogí y limpié mis brazos y cara, mis ojos escocían dolorosamente, parpadeé.

Ella se sentó en una silla cercana a la mía y me estudió con minuciosidad. Frunció el ceño varias veces cuando vio la sangre, pero tragó saliva y me tendió otro pañuelo.



SARA  

0 comentarios:

Publicar un comentario